El lunes en la clase de francés el profesor mencionó a France Gall. En realidad mencionó a Françoise Hardy, que grabó un disco con Michel Berger, el marido de France Gall. Yo me emocioné y me puse a enumerar los triunfos de France Gall en su época con Serge Gainsbourg (la única época buena que ha tenido). Dos personas mayores de la clase (los llamaría viejos, pero pongamos que rondan los 50 años, y algunas personas podrían ofenderse) se sorprendieron de que a mi edad y en mi época me guste tanto FG y la música yeyé en general, a lo que yo respondí que he nacido en la época equivocada (algo que creo firmemente, con lo que en el universo paralelo de 1964 debe de haber una chica de ideas avanzadísimas que no logra integrarse en su comunidad).
El caso es que nos pusimos a hablar a la puerta de la Alianza (la Alianza del Mal, la llama una amiga) y les expliqué que en la oposiciones de profa de francés de ESO a las que me voy a presentar, uno de los temas es Historia de la Música Francesa; cosa que me fascina y le he puesto ya dos velas a Santa Rita para que sea uno de los temas que me caigan en el examen (el otro tema que quiero que me caiga es Historia del Cine Francés). Lo de la oposición ya sé yo que está muy mal organizado pero espero suplir el hecho de que no se requiera ningún conocimiento pedagógico con mi auténtica vocación de enseñante. Sin embargo los dos señores mayores de mi clase dijeron que siendo fan del movimiento yeyé me costaría conectar con el alumnado actual, lo cual me afectó mucho.
Rumiando esto me fui de camino a la estación de autobuses de la Sepulvedana, esa gran empresa segoviana que se preocupa por el bienestar de los segovianos y muy especialmente de sus accionistas, y oh sorpresa e indignación: me la encontré cerrada. Di unas tres vueltas a la estación y no encontré ningún resquicio por donde colarme. Resulta que habían decidido trasladarse al intercambiador de Príncipe Pío, pero ningún cartel lo indicaba y yo últimamente tengo la función telepática algo inactiva. Saqué el móvil del bolso para comprobar que seguía sin batería, el muy vil. El cielo se fijó en mí y decidió ponerse a nevar, que siempre hace ilusión, aunque tu único calzado sean unas merceditas de tela y sientas que pierdes sensibilidad en los dedos de los pies.
El caso es que ante la perspectiva de morir de congelación me dirigí a casa de mis tíos en Malasaña con la esperanza que no se hubieran ido ya de vacaciones (por los pelos: se iban hoy). Mi primo tiene una cama doble en su cuarto pero se negó en redondo a dormir conmigo porque va a cumplir 13 años y lleva muy mal lo de dormir solo con una chica, aunque sea yo, que le he criado y le he sacado de paseo y hasta le he dado algún cachete a una niña que se metía con él. Mi primo en general es un cielo y de momento disimula bien que está en la pubertad, salvo por lo de pasar horas en el baño y porque de un tiempo a esta parte se levanta a las seis de la mañana para peinarse antes de ir a clase. Aparte de eso es muy buena gente y estudia mucho, con lo que sus padres y yo estamos muy orgullosos.
Así que mi primo durmió en el sofá del salón para que yo pudiera dormir en una cama, lo cual agradezco mucho, porque imaginaos que vustra prima se presenta sin avisar en vuestra casa una lunes por la noche; la reacción normal sería de fastidio (la mía sería de fastidio), pero mis tíos son buena gente y me soportan. Por la mañana incluso mi tía se levantó antes para hacerme tortitas (una pena que no me gusten sus tortitas; me costó mucho esfuerzo tragar). Durante el desayuno discutimos sobre el tema oposiciones porque ella quiere opositar a la EOI de inglés (es del lado gringo de la familia y la última que ha conseguido la nacionalidad: es lo que tiene vivir arrimada). Yo también había considerado esa opción pero me da pereza estudiarme esos temas apasionantes como "Historia del ensayo político irlandés en el cambio del siglo XIX al XX", que sin duda es interesante pero no tiene ni el encanto ni el ritmo de la música francesa (desde aquí todos mis respetos a los ensayistas irlandeses).
Así que mi tía sólo consiguió meterme más miedo sobre el estado desmadrado del alumnado actual y no me convenció para opositar a la EOI, institución que no respeto en absoluto (en el examen de 5º tuve que hablar despacio y vocalizando para que la retrasada mental de la examinadora me entendiese; sus palabras exactas fueron: "ay, es que el acento estadounidense no es lo mío; yo soy más del acento británico"; a pesar de que a mí su acento me sonaba más bien de Cádiz o sus pedanías).
Aprovechando ya que tenía que pasar la mañana en Madrid decidí comprar el regalo de mi padre en la Fnac. Originariamente su regalo iba a ser un ordenador de pantalla plana, pero consideré los precios ofertados, el precio del pollo, el cambio euro-dólar, las propinas que dejé en la cafetería... Y decidí comprarle un cofre con la discografía completa de Jimmy Hendrix, que sé que le va a hacer la misma ilusión. Y ya que estaba compré para mí dos libro de Ítalo Calvino y ¡oh jolgorio y albricias! la segunda parte de Fresa y Chocolate.
Me los guardé en bolso y me fui a Chamartín a coger el tren (el autobús tarda menos, pero me sentía aún incapaz de encontrar la estación super secreta de la Sepulvedana).
Según esperaba en la estación a que anunciases por qué vía salía mi tren escuché a un hombre hablando detrás de mí. Le esuché porque al principio me hacían gracia sus ideas:
- "Yo si alguna vez voto al PSOE no es porque yo sea socialista, no señor, es que yo soy CRISITANO, y las ideas socialistas no es algo que se haya inventado ahora, son ideas CRISTIANAS, que ya las dijo Jesús en la Biblia; que no tiene que haber pobres, y que todos somos iguales y tenemos que respetarnos unos a otros."
Hizo una pausa y me di la vuelta para mirarlo; al contrario de lo que parecía por su tono de voz (muy alto) resultó ser un hombre de unos 50 años y bien trajeado (no un pueblerino incultode 200 años). Su compañero tenía el mismo aspecto, pero hablaba en un tono más discreto. No sé lo que le dijo, pero el cristiano se apresuró a interrumpirle con grandes aspavientos:
- "Nonono, perdóname, pero yo eso lo tengo muy claro. Las mujeres que abortan son unas guarras y unas furcias que se creen modernas por abortar, que lo sé yo. Las mujeres que abortan y las que usan preservativos y otras porquerías sólo quieren al hombre para que sea su esclavo y poder tenerle ahí, hala, para cuando a ellas les apetezca. Que yo tengo un sobrino que vive arrimado a su novia y lo veo todos los días, ¡un calzonazos! Y ni casados ni nada están. Una vergüenza, vamos."
Me quedé traumatizada al escuchar esto. Fíjate que todo estos años creyendo que los hombres sólo me querían para el sexo y ahora resulta que me querían por mis anchas caderas y mi capacidad para ser madre.
Para ahuyentar estos pensamientos en el tren me leí "Fresa y Chocolate 2", que me decepcionó enormemente. La primera parte trataba de cómo vive el sexo una chica enamorada. Era fácil identificarse con ella. Esta segunda parte trata más bien de cómo vive una relación con un dibujante de comic francés residente en Tokyo una chica de origen sinocamboyano enamorada residente en París. Casi no hay escenas de sexo y las dos o tres que hay están metidas con calzador, tipo "jo, no se vayan a decepcionar los que se empalmaron en la primera parte, voy a meter aquí una escena de sexo aunque no aporte nada a la historia". Menuda rayada de libro. Lo único interesante que tiene es la explicación de esta foto:
Era la foto que ilustraba una de las solapas del primer libro y en la que la autora aparece bien mona pelando un nabo. Pues bien, en el segundo libro se explica claramente que lo que está ahciendo en esa foto es tallarse un consolador vegetal, porque la tienda de consoladores a la que iba normalmente estaba cerrada.
Con semejante decepción porque mi cómic fetiche no hubiera tenido una segunda parte digna de la primera, llegué a mi casa. Todo nevado, por supuesto. Por si tenéis curiosidad, os diré que pisar en la nieve con merceditas de tela es casi lo mismo que pisar descalza. Mejor no lo intentéis. En casa me costó un par de horas desentumecer los dedos de los pies, ¡qué dolor acercarlos a la chimenea!
Por cierto que esta mañana me he enterado de que es el cuadragésimo aniversario de una de mis pelis preferidas:
Aunque no creo que la pongan en la tele ni nada.
Y así, sin tener nada que contar, pues he rellenado una entrada entera. Fíjate tú lo que tiene la escritura automática :)