Pernilla
Tras una temporada en el infierno (o en casa de los padres de Fanny, que es lo mismo) finalmente encontré un lugar para vivir.
Es una casita de colores en mitad de un bosque. Es difícil saber dónde termina el bosque y dónde empieza la casa, porque todas las habitaciones están llenas de plantas. La cocina es de color fucsia (sí: el color fucsia existe) y el salón es verde pistacho. Hay microondas, internet y todos los gastos van incluidos en el precio. Pero sin ninguna duda, lo mejor que tiene la casa es su dueña: Pernilla.
Pernilla tiene 30 años (para mi sorpresa: porque es diminuta y alegre y tiene ademanes de niña pequeña) y se dedica a diseñar y fabricar abalorios. Tiene su propio puesto en el mercado, pero como no le da para vivir, trabaja además de dependienta en una tienda de perfumes; de niñera dos veces por semana y de camarera en un hotel los sábados. Pernilla tiene, además, un tripón de siete meses, pero como sabe lo que quiere en la vida prefiere no vivir con su marido, para no matar la relación.
Pernilla no es una premamá como las otras. No ha llenado la casa de juguetes estúpidos ni tiene aún una cuna, porque Pernilla cree en la antrosofía de Waldorf y en Summerhill, y sabe que no se deben anticipar las necesidades de un niño. Pernilla quiere educar a su bebé en un entorno ecológico, pacifista y libre. Pernilla es como yo quiero ser de mayor, porque es feliz, alegre y tolerante; y porque da la impresión de que le gusta el mundo, y que está contenta de vivir en él.
3 comentarios
Bosco -
Felicidades. Has empezado tu nueva vida!
Cvalda -
Habibi -